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19 febrero, 2010

CARTA A TRIDIO ALONGE EL VADINIENSE

Carta a Tridio Alonge el vadiniense.
19/02/2010. Diario de León.
Tribuna | SATURNINO ALONSO REQUEJO
VADINIENSE
Con la bendición de los Dioses Manes.

Queridísimo abuelo: Después de tantos siglos de silencio, te escribo esta epístola para contarte cómo marchan las cosas por nuestra querida y añorada Vadinia, en esta era de 2010.

Sea lo primero darte la buena noticia de que, por fin, ha regresado a Vadinia la piedra sepulcral de nuestro vecino, amigo y pariente Vado Nebira, el hijo de Amenide. ¡Con cuánto, amor se la había puesto su, íntimo amigo Lugua Cadeco, cuyo nombre aún es sonoro como un arroyo para nuestros oídos!

Pero ya está aquí. Por fin ha vuelto a su casa, de la que estaba forzosamente ausente desde la era de 1955. Y digo que ha vuelto relinchando como un caballo largamente apartado de su manada.

Te confieso, abuelo, que, cuando puse mi mano derecha sobre el pecho de la piedra rosada, sentí el corazón de Vado Nebira entre mis dedos, como se palpa el latir de un tordo que en la atardecida regresa a su nido. Y lloré sobre la piedra como el río Astura. Y me abracé a ella como al testamento de un familiar cercano. Y tuvo que leerme el epitafio un buen vadiniense de Riaño que había estado buscándola todos estos años. Esto fue lo que, como una música, oyeron mis oídos:

Dioses Manes.

Vadone Biracidegino,

hijo de Anemide,

Vadiniense de xxx años.

Lugua Cadeco lo puso a su amigo.

Aquí yace.

Fue entonces cuando las lágrimas acudieron a mis ojos, como cuando se recibe carta da un familiar. Y suspiré toda aquella noche, lo mismo que gime la carabiella en al remoto hondón de un hayedo. Y mi corazón repetía en cada latido:

¡Bienvenido a casa. Vado, Bienvenido a casa!

Sobre este asunto, sólo me queda decirte que pronto vendrán los astures que beben las aguas del Torío y del Bernesga a reclamarnos el monumento para sus museos. Pero nosotros les diremos que el difunto es nuestro. Que la piedra la hemos buscado nosotros. Que no estamos dispuestos a ceder a nadie los cimientos de nuestra sagrada memoria. Que busquen las desaparecidas, que las hay, o desentierren las que aún duermen a la orilla del Astura.

Pasando a otra cosa, esta vez tristísima, tenía razón el emperador Marco Aurelio cuando afirmaba: «Más se parece la vida a la lucha que a la danza».

Esta verdad, abuelo, sigue siendo cierta hoy en día, pues algunos de los que quedamos en Vadinia seguimos luchando a brazo partido para proteger las esencias y arropar la memoria perseguida.

Es el caso que, el verano pasado, se hicieron unas obras para llevar el agua de Los Vallines, perteneciente al castro de Remolina, al poblado de Las Salas. Pero esto no importa, abuelo, aunque bien cerca corre el agua del Padre Astura, «purísima», al parecer, según el informe técnico, también al parecer. Digo que no importa, porque nosotros siempre hemos sido amigos de repartir. Otra cosa es que no contaran con Remolina, en tiempos democráticos, para llevarnos lo que es nuestro, como tú sabes.

«La madre del cordero» está en que llegaron unas máquinas de hierro, más potentes y ruidosas que la Vinca, al Músculo, al Helépolo; o al Onagro, la Mangana y el Ariete. Que se metieron por la calzada romana del Bedular, arrancando árboles, moliendo rocas, y tapando el camino romano, como si fuera el sepulcro de un dinosaurio. Como consecuencia, abuelo, ya no existe nuestra calzada, en el tramo que iba desde la juntura del río Bedul de Remolina con el gran Padre Astura. ¿Recuerdas, abuelo, el surco profundo que las ruedas de los carros romanos habían tallado en la roca caliza? ¡Pues ya no lo verás más, aun cuando levantaras la cabeza, que mejor que no la levantes!

Algunos vadinienses, con memoria, avisaron a tiempo, del atentado que se nos venía encima. Digo que avisaron a alcaldes, partidos políticos, técnicos del patrimonio... Pero, ¡como quien oye llover!

De modo que la obra se hizo, por el sindicato de la prisa, a espaldas de Remolina, y con total impunidad, enterrando la tubería en las tripas de la calzada.

Ante semejante atropello, un buen vadiniense me decía el otro día:

-”En estos tiempos de gran sensibilidad y tanta memoria histórica, o a las autoridades no le importa nada una calzada romana, o dichas autoridades fueron engañadas por un proyecto en el que no figuraba que la acometida fuera por la calzada romana.

La respuesta es facilísima, a poco que se quiera indagar. Tú, abuelo, sí sabes la respuesta.

¿Recuerdas, abuelo, lo mal que llevabas tú en aquel tiempo la costumbre de los obreros romanos y de su capataz Póntico de hacer sus necesidades encima de nuestras tumbas? ¡Con el sitio que había en todo por allí! Pero, por este hecho, un día lo esperaste en las aguas de Las Hoces Oscuras, y allí mismo le cortaste el gargüelo.

Como ves, abuelo, las cosas no han cambiado mucho. Pues, en esta avanzada era, nos han asesinado la memoria, nos han pisado lo boca con el mismo pie de aplastar las cucarachas y nos han meado encima de la añoranza. En fin, abuelo, que nuestra calzada ha quedado lo mismo que un llamargo en el que se han revolcado los cardos salvajes.

Pero oigo a lo lejos como un espeso rumor en lengua vadiniense. Creo que andan afilando al hacha de dos bocas, tensando el arco de fresno o aguzando la jabalina. Algo va a pasar, si los Manes no lo remedian. Porque, a nosotros los vadinienses, no hay hijo de madre que nos pise la memoria.

Abuelo, vistas las cosas desde hoy, «la tierra no te ha sido leve», como reza tu epitafio. Ya nadie pasará por aquí, ni guardará un instante de silencio ante nuestros difuntos.

Desde este rincón de la inapetencia te envío un relincho y un abrazo. Y que la historia testifique en nuestro favor.

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