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26 julio, 2011

LAS CUENTAS DEL RESCATE A LAS CAJAS

Las cuentas del rescate a las cajas
Ignacio Escolar @ 6:06 am

A falta de que un espeleólogo del Banco de España mida la profundidad exacta del agujero, la quiebra de la Caja Mediterráneo ya supone, de entrada, 5.800 millones de euros. La mitad de ese rescate se da por perdido y es posible que la factura final sea incluso mayor. Para hacernos una idea más certera del desastre, a esta cifra hay que sumar los 7.100 millones que costó el rescate de Caja Castilla-La Mancha y otros 392 millones más que, por ahora, se dan por perdidos en la cordobesa Cajasur. Entre las tres cajas quebradas, el Estado ya ha puesto 13.292 millones. Parte de esta cantidad son préstamos que tal vez se recuperen, si la cosa no empeora. Pero el Banco de España calcula que el rescate del sector financiero español –que presumía de ser el más solvente del mundo– nos costará 17.024 millones de euros del dinero de todos. Para los que se marean con los grandes números, cinco comparaciones muy necesarias.

1. La increíble cifra de 17.024 millones de euros es once veces más de lo que ahorramos este año al congelar las pensiones (1.500 millones).

2. Si se repartiese el agujero a escote entre todos los españoles, tocaríamos a 369 euros por habitante, niños incluidos.

3. Es quince veces lo que la ONU ha pedido para solucionar la hambruna en Somalia (1.130 millones).

4. Es casi cuatro veces más de lo que ahorrará la Administración con el recorte al sueldo de los funcionarios durante el año 2010 y 2011 (4.000 millones).

5. Es 111.000 veces más que la mayor multa que ha pagado uno de los responsables de este desastre: Juan Pedro Hernández Moltó, presidente de Caja Castilla-La Mancha (150.000 euros).

LA CRISIS DE LA DEUDA PÚBLICA, ¿QUE CRISIS?

martes 26 de julio de 2011
La crisis de la deuda pública, ¿qué crisis?

Este artículo señala que el mal llamado “problema de la deuda pública” no se debe a causas económicas, fiscales o financieras sino a causas políticas, es decir, al intento neoliberal de crear una moneda única –el euro- en ausencia de un Estado que lo respalde. El artículo compara la estabilidad del dólar (detrás del cual existe el gobierno federal) con la inestabilidad del euro (resultado de la inexistencia de un Estado europeo que lo sustente).

Vicenç Navarro

Es importante no perder la perspectiva de lo que ocurre en la Eurozona, pues la avalancha neoliberal reproducida a través de los medios de mayor difusión es tal que a veces es difícil ver la realidad tal como es a través de tanta desinformación. Veamos los datos. Y el primero que aparece con toda claridad es que ni la Unión Europea (UE), ni la Eurozona tienen ningún problema de deuda pública. En realidad, la deuda pública promedio de la UE y de la Eurozona es más baja que la existente en EEUU. Es más, dentro de EEUU, el déficit y la deuda pública de California es mayor que el déficit y la deuda pública de Grecia, dentro de la Eurozona. Es importante que estos datos se conozcan porque el nivel de alarma sobre el nivel de la deuda pública en la Unión Europea ha alcanzado niveles totalmente desproporcionados.

¿Cuál es, pues, el problema? La respuesta es fácil de ver, aunque usted, lector, no la verá en los medios de mayor difusión, y es que el mal llamado “problema de la deuda” reside en causas políticas, más que económicas o financieras.

De nuevo, veamos los datos. Los intereses de la deuda de algunos países europeos en la periferia de la Eurozona (los mal llamados PIGS) son muy elevados, forzando a los estados de estos países a pagar cantidades exuberantes y claramente desorbitadas, que consumen muchos recursos públicos que se podrían utilizar en otras actividades como, por ejemplo, en sanidad o educación públicas (que están muy poco financiadas en estos países).
Pero la pregunta que debemos hacernos es ¿cómo puede ser que Grecia tenga que pagar intereses tan altos y California no? Pues la respuesta es que EEUU tiene un gobierno federal que ayuda a California a través de una serie de medidas realizadas por un conjunto de instituciones (incluido el Banco Central Estadounidense, llamado en inglés The Federal Reserve Board) que no existen en la Eurozona, ni tampoco en la Unión Europea. Ahí está la raíz del problema. Y no existen porque la banca (que tiene nombres y apellidos concretos) en los países de la UE y sobre todo en el establishment europeo (el Consejo de Europa, la Comisión Europea y el Banco Central Europeo) tiene un enorme poder sobre las instituciones políticas y no permite que se establezcan. Así de claro. Lo que está ocurriendo en la UE es algo similar a lo que ocurriría en EEUU en caso de que, a pesar de que los cincuenta estados que componen EEUU tienen la misma moneda (el dólar), no hubiera un gobierno federal que se responsabilizara de ello. Por muy extraño que ello parezca, esto es precisamente lo que está ocurriendo en la Unión Europea y en la Eurozona. Es el sueño del pensamiento neoliberal (que es la ideología sobre todo del capital financiero), que consiste en eliminar el estado o disminuir sus responsabilidades al mínimo (excepto cuando se trata de ayudas para salvar a la banca).

El Banco Central Europeo no es un Banco Central

El lector podrá indicar que la UE tiene ya un Banco Central, el Banco Central Europeo, BCE. Pero, por extraño que parezca, tal entidad no es un Banco Central. En realidad, es un lobby de la banca y, muy en particular, de la banca alemana. Llega a tal extremo, que el BCE presta (en realidad, casi regala, dinero, pues los intereses son bajísimos, un 1%) a los bancos privados, pero no a los estados con dificultades, como son los estados periféricos de la Eurozona. Es cierto que recientemente ha comprado a regañadientes bonos de los estados con dificultades, pero no los puede comprar directamente a los estados, sino que tiene que hacerlo comprando tales bonos públicos a los bancos, algo que beneficia a los bancos que se engullen un buen bocado. ¿Le parece injusto? Sí, lo es, y es mucho más que suficiente para indignarse. Pero lo mismo ocurre en España, donde una entidad pública, ICO, ha estado prestando 20.000 millones de euros, no directamente, sino a través de bancos como el Santander y el BBVA, que se han ido enriqueciendo todavía más con las consiguientes comisiones. ¿Por qué el estado necesita de la banca privada? En realidad, no la necesita. Podría, y debería, establecer un sistema bancario público, como solía tener, que funcionaba mejor, por cierto, que el sistema privado actual.

En realidad, si los gobiernos quisieran, el problema de la deuda pública se resolvería rápida y fácilmente. La UE podría establecer unos bonos propios, llamados eurobonos, que se venderían muy bien pues, recuerde que la UE no tiene un problema de deuda pública. Son sólo los países periféricos que tienen tal problema. Y la UE podría permitir que la deuda nacional de estos países periféricos se convirtiera en eurobonos. Los especuladores dejarían de amenazar a aquellos países, de la misma manera que no se especula en contra del dólar, en contra de EEUU o en contra de California. La UE podría establecer una Autoridad Pública Financiera que crease los bonos que serían comprados y gestionados por el BCE que, por cierto, debería transformarse en un Banco Público, responsable a las autoridades electas y representativas de la Unión Europea, incluido el Parlamento Europeo, que debería tener mucho más poder del que tiene ahora.
Y los Bancos Centrales de cada país (hoy también lobbies de los bancos de aquellos países) deberían regular, supervisar e intervenir el sistema financiero nacional (que en teoría aparece en su narrativa, pero no en la práctica), estimulando y facilitando, como he dicho en el párrafo anterior, el establecimiento de bancos públicos que tuvieran como objetivo principal ofrecer créditos a personas y a empresas, en lugar de aumentar los beneficios de los accionistas. La banca privada ya ha mostrado que este último objetivo entra frecuentemente en conflicto con la provisión de crédito. La irresponsabilidad e incompetencia de la banca privada no la hace acreedora del espacio económico que ocupa en España.

Es más que suficiente para indignarse

Hace falta una movilización general, que rompa con la enorme influencia de la banca en las instituciones políticas del país. De ahí la enorme valía del movimiento 15-M, en su exigencia de democratizar al estado español, un estado escasamente democrático, que parece representar más a los intereses financieros y a los intereses de la gran patronal que los intereses de la población, y muy en particular de las clases populares. Y la evidencia accesible documenta ampliamente ese hecho. La representatividad, eje de un sistema democrático, está muy limitada en España, resultado de un sistema electoral muy sesgado a favor de las fuerzas conservadoras y los intereses económicos, financieros y mediáticos que éstas representan. De ahí que lleven razón aquellos del movimiento 15-M al indicar que la clase política “no les representa”. Aún cuando tal dicho es una simplificación, en parte lingüista, pues incluye en la clase política a partidos políticos que están siendo marginados y discriminados por los establishments políticos y mediáticos, el mensaje que aquel eslogan subraya es que la clase política dominante no les representa. Es difícil poner en duda esta afirmación, tal como hizo recientemente el predecible Fernando Savater, quien con el estilo vulgar, grosero y ofensivo que le caracteriza, acusó al movimiento 15-M (a los que definió como un “hatajo de mastuerzos”) de no entender la democracia española, subrayando que sí que les representa. Me temo que tal autor conoce la realidad española peor que los indignados del 15-M. El hecho de que grandes sectores de la población no estén ni se sientan representados por los que toman o tomarán decisiones altamente impopulares, es un problema grave para la democracia incompleta que tenemos.

EL POLLO ESTÁ EN EL HORNO

Ramoncín, el hombre que firmó las dos fugas de la SGAE
El cantante, que ha amenazado con denunciar a la gestora, es junto a Teddy el único consejero que firma las cuentas de las dos compañías que presuntamente desviaban fondos: la tecnológica SDAE y Arteria

ANA FLORES Madrid 26/07/2011 08:00
http://www.publico.es/culturas/388745/ramoncin-el-hombre-que-firmo-las-dos-fugas-de-la-sgae

Llueven derechos de autor sobre un embalse con doble desagüe. Caen entre 300 y 350 millones de euros al año directos a la Sociedad General de Autores y Editores (SGAE) de los que una parte, en lugar de llegar a los creadores, se escapa hacia el exterior por dos grietas: la Sociedad Digital de Autores y Editores (SDAE), filial tecnológica de SGAE, y Arteria (antigua Iberautor), que gestiona la red de teatros del grupo. Por la primera se llegan a marchar tres millones de euros anuales. Por la segunda, unos 10 millones por ejercicio.

Nadie ve nada, nadie hace nada. Hasta que la Guardia Civil entra, el pasado 1 de julio, en el Palacio de Longoria, sede de la SGAE, en el marco de la Operación Saga, que dirige el juez Pablo Ruz. Los nervios se tensan, las lenguas se sueltan. Todos sorprendidos, dicen y, al final, todos víctimas y un indignado: José Ramón Márquez Martínez, Ramoncín. Avisó de que denunciaría a la SGAE si hubo desvío de dinero, pero también a todo aquel al que se le ocurriese señalarlo.

Dejó la junta directiva de la SGAE en 2007, como él mismo recuerda una y otra vez y como se destaca, en rojo y con letras de bastante mayor tamaño que el resto, en la biografía que cuelga de su web oficial. En aquel verano, tras haber sufrido episodios como la entrada de un grupo de personas en la sede de Longoria con caretas que llevaban su rostro, Ramoncín anuncia que se va, o casi.
Las cuentas le señalan

Se va de la junta directiva de la SGAE. Nada dice de su pertenencia a los consejos de administración de SDAE y Arteria, en los que seguía sentado en 2009, últimas cuentas entregadas al registro mercantil.

Ramoncín, el hombre que se preguntaba en la revista RollingStone hace unas semanas cómo era posible que hubiera sucedido esto en la SGAE, ha tenido durante todos estos años en su mano no uno sino los dos tapones de los desagües. Igual que los demás que se sentaban con él en el Consejo , ya que, como los propios informes recuerdan, “en cumplimiento de la normativa mercantil vigente, el Consejo de Administración” es quien “formula las cuentas”.

Si miró lo que firmaba, Ramoncín tuvo que ver languidecer a SDAE y Arteria, consumidas por las pérdidas a las que les abocaban los servicios, que contrataban a empresas ajenas al grupo. Contratos con firmas del entorno de algunos de los directivos de SGAE y SDAE, como José Luis Rodríguez Neri, imputado ahora por el juez Ruz. Debió ver las constantes inyecciones de capital desde SGAE para reequilibrar las compañías que él representaba (SDAE y Arteria). Dinero que nunca era bastante, porque se volvía a fugar en forma de servicios exteriores. Y debió notar que SDAE pasaba de contratar por menos de un millón de euros, hasta el año 2007, a triplicar esa cantidad, gastando alrededor de tres millones al año siguiente y otro tanto en 2009, que iban a parar mayoritariamente a Microgénesis, sociedad controlada por el entorno de Neri.

Ramoncín podría haberse extrañado de que SDAE comprase un edificio por 5,45 millones en 2006, hipotecándose para ello, y que no lo usase jamás de sede como decían las cuentas que iba a ser su destino, sino que durante un año fuera utilizado por Microgénesis. En su calidad de redactor de las cuentas debía saber a quién se refería el informe anual de 2009 de SDAE al decir que había un comprador para el edificio que ayudaría a reequilibrar la sociedad, ya en causa de disolución. ¿No sabía que el comprador cuyo nombre no se mencionaba era la propia SGAE, como recoge el registro de la propiedad, que cargaba así a los autores con las hipotecas de su filial antes de liquidarla?

Tampoco se alertó cuando un socio de la SGAE, Luis Cobo Manglis, llamó la atención en la asamblea de 2007 sobre la conexión entre la gestora y Microgénesis. Ramoncín, que deja unos meses después la SGAE, sigue en la filial tecnológica cuyas cuentas, precisamente ese año, mencionan expresamente la relación con Microgénesis. La actuación de Cobo en la asamblea le genera a este una sanción, que le impedirá acudir a ninguna más durante cinco años. Entre las cuatro personas firman esa sanción está Ramoncín.

Ramoncín figura como consejero de SDAE desde 2003. En aquel año, SDAE era la propietaria principal de Portal Latino (otra firma de SGAE que se investiga). El resto (14,76%) estaba en manos de Microgénesis. Ramoncín firma las cuentas de 2004, cuando aún comparte con Microgénesis la propiedad de Portal Latino, y también las de 2005, cuando SDAE figura como única propietaria. Microgénesis desaparece sin más explicación.

Si las cantidades que figuraban en las cuentas de SDAE no llamaron la atención de Ramoncín, tampoco lo hicieron las de Arteria, mucho más cuantiosas. Arteria recibía unos 13 millones al año de Fundación Autor (propiedad 100% de la SGAE). En servicios contratados fuera se le iban unos 10 millones.

¿No sabía Ramoncín cuando defendía con pasión el canon que Fundación Autor y por tanto Arteria se lo gastaban en servicios exteriores?
Nexo Arteria-SDAE

Pese a tener estructuras de funcionamiento y problemas similares, pese a estar presididas ambas por Eduardo Teddy Bautista y pertenecer al grupo de la SGAE, no es fácil encontrar un nombre repetido entre las firmas que dan el visto bueno a las cuentas de SDAE y Arteria, al margen del propio Teddy y del que se dijo que era su delfín, el subdirector general de la SGAE, Pablo Hernández Arroyo, secretario. Ramoncín es el único, junto a Teddy, que aparece en ambas como consejero. En Arteria comparte firma con Rosa León, Inmaculada Serrano, Bernardo Feuerriegel, Albert Guinovart, Soledad Giménez, Cristina Hoyos, Francisco Manuel Ruiz, Juan Ignacio Alonso, Teodomiro Cardalda, Claudio Prieto, Santiago Menéndez-Pidal y con otro de los autores que más se ha significado en la crisis: Víctor Manuel San José Sánchez.

En SDAE, forma parte del consejo de administracuión junto a los imputados José Luis Rodríguez Neri y Enrique Loras, además de Pablo Herrero, Salvador Távora, Teresa Alfonso Segura, Marina Rosell y Bonaventura Pons.

Hay otra conexión entre SDAE y Arteria que pasa por Ramoncín, en 2003. El músico aparece en el listado de “miembros del consejo de administración” de Arteria que han realizado, “por cuenta propia o ajena, actividades de análogo o complementario género del que constituye el objeto social” de la propia Arteria.
Recaudar “mucho y bien”

Cuando en 2007 anuncia su marcha de la SGAE en una entrevista con el programa Autor, Autor, Ramoncín declara: “Podemos apagar ya, podemos convertir SGAE en SDAE en este momento”. El cantante habla también de cómo ha cambiado la SGAE: “Cuando entramos, la sociedad recaudaba poco y mal y hoy recauda mucho y bien. Yo he hecho este trabajo a cambio de nada”.

En conversación telefónica con este periódico, Ramoncín explicó que en los consejos de SDAE y Arteria sí había debate sobre las cuentas, pero que él, como consejero emérito (ocupaba cargo de consejero por haber pertenecido a la junta directiva de SGAE, al igual que Víctor Manuel, aunque este último está solo en Arteria). “Cada vez que se producía un debate, como no estaba en el ajo, firmaba”, porque “si el resto de la gente lo tenía clarísimo, yo pensaba que no podía saber más que esos señores”.

Las cuentas llegaban además con el visto bueno del auditor, eran explicadas por consejeros que pertenecían a las juntas directivas de las sociedades, aprobadas posteriormente por la junta directiva de la SGAE y por la asamblea de socios, explica Ramoncín. Una rutina que les hacía pensar que había suficientes controles. Pero no todos los consejeros lo tenían tan claro, reconoce él mismo. “Algunos se abstenían” y no firmaban, como puede observarse en la información presentada ante el registro. “No porque pensasen que había algo turbio, sino porque consideraban que era mucho gasto”, dice.

Ramoncín nos insta a “preguntar por las cuentas a los 35 miembros, algunos han repetido ahora, de la junta directiva, que las han aprobado durante estos años y ratificado con los socios en las asambleas”. Él asegura: “Siempre me he fiado del trabajo de la administración y, si me han engañado, ya veremos lo que hago”.