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31 agosto, 2011

SE ACABÓ LA FIESTA

Se acabó la fiesta
31 agosto 2011

por rosa maría artal


He vuelto a escuchar la frase otra vez esta mañana, casi en sueños, en la voz de Francisco Granados, un señor que manda mucho en el PP de Madrid. Adornada además con detalles de cómo a tal hora “cerraron la barra para las copas“, textualmente. Se dirigía a los sindicatos y profesores de Madrid que quieren preservar la educación, ese bien superfluo, cuya carencia permite contar con ciudadanos sin criterio. El mismo Granados -que goza estos días de gran elocuencia-, amenazó ayer con crear una policía autonómica en Madrid a ver si se vuelve a ese “Estado de Derecho” tan precioso que tenemos y se acaba con la auténtica lacra que nos aqueja: “el 15-M ha degenerado en un movimiento radical y antisistema de izquierdas, que la delegada, el Ministerio y el PSOE han dejado crecer de manera premeditada“.

Se acabó la fiesta. Cada vez que escuchó la palabra se agitan peligrosamente mis jugos gástricos. La fiesta es perenne y las copas de champán francés para los privilegiados del sistema. La población de millonarios ha crecido desde que se desencadenó la crisis un 8,3%, e igualmente el monto de sus ingresos . Son ahora 10,9 millones de personas que acumulan una riqueza disponible de 42.7 billones de dólares, con un crecimiento anual de 9,7 por ciento. Superior al que tenían en 2007. En el mismo período han perdido su trabajo 27.6 millones de personas que pasan a engrosar la intolerable cifra de 205 millones de desempleados. En los datos confluyen Merryll Lynch-Capgemini y la Organización Internacional del Trabajo (OIT). Pero no, estos últimos no están invitados a jolgorio alguno.

Sigue la fiesta para quienes no pagan impuestos. Para los que los evaden a paraísos fiscales, hacen trampas legales, y cuentan con el favor de los gobernantes. Esos que en España, durante los gobiernos de Aznar y Zapatero, vieron como se les rebajaron lo que tienen a bien declarar un 38%, mientras solo los disminuían en poco más de un 2% a las clases medias.

Se acabó la fiesta en cambio para la educación y la sanidad públicas, la de cualquier servicio público. Vengan al casino, apuesten, jueguen, que el festejo solo es para quien pueda pagarlo, con los mimbres de privilegios que anteceden. Y les vamos a exprimir para que cada cual se apañe como mejor le venga.

Se acabó también la fiesta de la democracia. De ella solo permanece el sublime gozo de depositar el voto cada cuatro años, abocados legal y mediáticamente al bipartidismo. Porque la mayoría parlamentaria permite ya reformar la Constitución en un tiempo récord, a pachas entre dos partidos. Y para consagrar que los políticos españoles no deciden nada que no hayan ordenado previamente los mercados y su portavoz en esta Europa nuestra que es la UE neoliberal. Mediocre fiesta, y encima somos convidados de piedra.

Se acabó la fiesta también de rebelarse sin permiso, como contaba El Roto los días del 15M. “Les enfants de la patrie” de hecho pusieron una instancia al Rey Luis XVI a ver si podían hacer la revolución. Apalea en nombre de la moralidad Cameron en Gran Bretaña, y en Madrid si se tercia, y más que habrá porque no hay nada mejor que la violencia para la resolución de conflictos.

Se acabó la fiesta para quien engulle que eso es cierto y, asustado en su mediocridad, acusa de demagogia a quien les sitúa en la ventana de sí mismo. Ya lo decía Chomsky, la especialidad del poder, del mediático también porque viene a ser lo mismo, es hacer sentir a la sociedad que es culpable de los males que le aquejan. Se acabó la fiesta. Recojamos los bártulos que esto no es para nosotros.